No importan las vanas palabras, que sólo son soplo.
Importa el eco de tu voz cuando la escucho.
Voz que muerta vive, tanto como yo,
que al pasar a su alrededor aún le hablo.
Consistente y duradero,
al mismo tiempo que perecedero.
No por mis besos,
ni por tu existencia.
Sino porque así como el mar
se ve invadido por la temerosa arena,
en espumas, la mar se aleja.
Ella viene y se va.
Magia de la luz,
pues muertos y vivientes nos torna.
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