Por los profundos latidos de un corazón exhausto, resurge la tormenta de ráfagas de pasión, que tanto suplicaba su liberación. Y es que, cada segundo compartiendo tu sombra, siembra una miga de esperanza en mí. Quizá el futuro no nos depare senderos de rosas, pero si tenemos que divagar por un desierto diáfano, es preferible a estar tumbada en la hierba, ensordeciéndome por los amargos retumbos de tu voz en mis sueños.
Intenté prestar atención a las palabras de gente con la cabeza en la tierra. NO quiero saber lo que va a suceder, me conformo con que estés siempre que te necesito, y poco a poco compruebo que SIEMPRE te necesito. No concibo un mes sin verte, una noche es poco rato, pero me vale para aguantar la semana.
Intento no llamarte, no mirar tu nombre en los mensajes que conservo; si, intento muchas cosas, el deseo me atormece y me endulza los días al mismo tiempo. Quién nos lo iba a decir, un escueto encuentro una noche de discoteca y tres meses y medio después, me falta tu presencia si no estás tú.
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