Y cuando todo el mundo ansía esos meses de vacaciones a veces merecidos y otras bien traídos, yo, siento un vacío.
Una manzana podrida se instala en mi esófago y se infla paulatinamente causándome inapetencia y cerrándome poco a poco la sonrisa; abriendo paso a lágrimas descontroladas.
Ese momento en el que absorbo el humo y siento que no va a ninguna parte en mi interior, ese puto momento, siento que necesito o mas bien quisiera salir de aquí corriendo. Como un niño pequeño cuando ve a su padre después de mucho tiempo, correr hacia una dirección concreta y no parar hasta haber llegado.
Llamar a tu puerta.
Escuchar el sonido de la mirilla mientras decides si abrir o no.
Quiero sentir que siento, cada centímetro de tu piel. El tacto de tu pelo, tus labios y juntar nuestras manos con perfecta sinfonía.
Decirte al oído todo lo que no te he dicho.
Porque cariño, para mí, sí iba enserio.