El amargo calor de tu mirada enrevesada,
Como si a una niña mirases,
No dejé que me contemplases.
Pude rozar con el deseo intacto,
El calor ardiente de tu cuerpo.
Me cogiste en brazos y me tumbaste,
Olvidando mi edad,
Amando ese momento,
Aún sabiendo que lo que estábamos haciendo,
Acabaría horas más tarde.
Un amanecer fugaz.
Una ducha rápida.
Cuatro galletas con leche,
Y Feliz Navidad.
¿Cuándo vas a aceptarlo?
No hay edad que pueda pararlo.
Prueba de nuevo, caeremos los dos
En un sin fin de encuentros,
Llenos de pasión, calor y un toque de cariño.